Para cumplir la Gran Comisión, cada creyente necesita ser un ministro, y cada ámbito laboral, un lugar de ministerio.
—Obispo Efraim Tendero, Alianza Evangélica Mundial
Foro Mundial del Trabajo de Lausana, Manila, 2019.
Etn el Segundo Congreso de Lausana de 1989, Ford Madison, Pete Hammond, Bill Garrison y Lee Yih presentaron “A Theology of the Laity”, una ponencia de Garrison que proponía que los laicos son los instrumentos elegidos por Dios para la tarea de la evangelización mundial. Haciendo referencia a Proverbios 30:24-25, escribió: “Aunque la sabiduría convencional dice que el laico es insignificante y pequeño, la sabiduría de Dios siempre ha sido desconcertar al mundo en los instrumentos que elige”.
En 2010, en el Tercer Congreso de Lausana para la Evangelización Mundial, celebrado en Ciudad del Cabo, ochocientas personas se reunieron en la primera sesión de la vía dedicada al ambiente laboral. Jerry White, exdirector ejecutivo mundial / CEO de Los Navegantes, comenzó su presentación preguntando a los asistentes cuántos de ellos llegaron a la fe después de escuchar la proclamación del evangelio en un gran evento a cargo de un evangelista como Billy Graham o Luis Palau. Menos de 20 personas alzaron la mano.
A continuación, White preguntó cuántos llegaron a la fe a través de un compañero de trabajo, amigo o familiar, y más de 750 alzaron la mano. Si bien no es científica, la encuesta de White hizo una declaración rotunda sobre la evangelización en el ambiente laboral y en el hogar.
En el Foro Mundial del Trabajo 2019 de Lausana en Manila, Michael Oh, el director ejecutivo mundial / CEO del Movimiento de Lausana, señaló que el uno por ciento de las personas en la iglesia universal está en el ministerio profesional y, cuando se trata de la evangelización, el restante 99 por ciento está muy desatendido.
“Ustedes [el 99%] no existen para ayudar a los líderes de ministerios profesionales a cumplir la Gran Comisión. Nosotros existimos para ayudarlos a ustedes a hacerlo” escribió Oh en Christianity Today, colocando la responsabilidad de la evangelización no en los ministros y misioneros profesionales que proclaman abiertamente el evangelio, sino en los cristianos comunes y corrientes que pasan sus días en el ambiente laboral.
Sus declaraciones era un reflejo del sentimiento de El compromiso de Ciudad del Cabo, en el que el Tercer Congreso de Lausana de 2010 se comprometió a:
- Animar a todos los creyentes a afirmar su trabajo como su ministerio
- Desafiar a los trabajadores a llevar sus habilidades, oficios, talentos y profesiones a todo el mundo donde la iglesia no puede ir, para la gloria de Dios.
- Recomendar a los líderes de iglesia que apoyen y reconozcan el ámbito laboral como un campo de misión
- Instar al cuerpo de Cristo a orar por los cristianos en el ámbito laboral, las empresas y las profesiones
No obstante, en los últimos 33 años parece que los documentos, encuestas, promesas y declaraciones han caído en saco roto. Podemos resumir el resultado en una palabra, negligencia, y nuestra negligencia exige un cambio radical y doble en la estrategia misionera.
En primer lugar, debemos redefinir la primera línea de impacto del evangelio y, en segundo lugar, debemos designar y desplegar mensajeros primarios (el 99%) en la primera línea.
A medida que nos acercamos al Cuarto Congreso de Lausana en 2024, hacemos un llamado a los líderes cristianos para que asuman este mandato, reconozcan que el ámbito laboral es el campo de misión más estratégico del mundo y se comprometan a equipar a los cristianos en el ámbito laboral para que cumplan su papel en la Gran Comisión.
Corrección de conceptos erróneos sobre la evangelización en el ámbito laboral
La mayoría de los cristianos en el ámbito laboral dudan en reconocer y cumplir su noble llamado a la evangelización. La idea de hablar de la fe en su lugar de trabajo es inquietante, ya que la gran mayoría siente que no tiene el don de la evangelización.[1]
Muchos no se sienten preparados para responder a preguntas que temen que les hagan sus compañeros de trabajo. Otros no se sienten capacitados porque no han vivido una vida ejemplar. Y a algunos les preocupa que puedan causar desavenencias con sus colegas, crear conflictos con sus jefes o incluso perder su trabajo. Sin embargo, muchas de sus preocupaciones y obstáculos tienen su origen en una percepción distorsionada de la evangelización.
¿Qué pasaría si el 99% comprendiera que desempeñar un papel en el viaje de alguien hacia la fe en Jesús puede comenzar con algo tan simple como tomar una taza de café con un colega, animar a alguien que tuvo una semana difícil u ofrecer una mano amiga a un jefe o compañero de trabajo estresado? ¿Y si comprendieran que hacer un buen trabajo puede encender la luz para los compañeros “para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mt 5:16)?
¿Qué cambiaría si las personas supieran que no tienen que ser perfectas y decir solo las cosas correctas, que es obra de Dios atraer a las personas hacia sí, ya que “nadie puede venir a mí [Jesús] si no lo atrae el Padre” (Jn 6:44)? A través de breves interacciones y menciones casuales de la fe, el Padre actúa en los corazones y las mentes de las personas para atraerlas hacia Jesús.
¿Qué pasaría si creyeran las palabras de Jesús de que “se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra” (Mt 28:18) y comprendieran que Jesús los autoriza a actuar en su nombre para cumplir el llamado que tienen como testigos de él en el trabajo? ¿Y si consideraran cierta la promesa de Jesús de que “el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Jn 14:26)?
¿Qué pasaría si estos creyentes confiaran en la presencia de Cristo, que está con ellos siempre y en todo lugar, en cualquier situación (Mt 28:20)? De hecho, ¿qué pasaría si los millones de cristianos en ámbitos laborales de todo el mundo creyeran en estas verdades y fueran equipados, animados y comisionados para ocupar el lugar que les corresponde en el cumplimiento de la Gran Comisión, siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva?
ARTICLE
Inside a Cabinet Maker’s Ministry
God doesn’t just love the cabinet maker; he loves good cabinets too.
La naturaleza histórica del ámbito laboral en el cumplimiento de la Gran Comisión
Antes de su ascensión, Jesús trazó su plan estratégico para llegar a todo el mundo con la buena noticia del reino de Dios.
Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. (Mt 28:18–20)
“Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. (Hch 1:8)
Los seguidores de Cristo del siglo I abrazaron su misión y el número de discípulos pasó de unos cientos antes de Pentecostés a más de seis millones a finales del siglo III,[2] un crecimiento considerable según los cálculos de cualquiera y el mayor éxito de comunicación en la historia de la humanidad.
Podríamos caer en la tentación de creer que el crecimiento exponencial de la iglesia primitiva fue el resultado de la predicación eficaz de Pedro, Pablo y algunos otros comunicadores dotados cuyo trabajo consistía en difundir el evangelio. O podríamos dar crédito a la estrategia de Pablo de dirigirse a centros culturales clave y plantar iglesias que pudieran infectar el campo alrededor. No cabe duda de que estos esfuerzos son dignos de mención e importantes,[3] pero aún más es el hecho de que los primeros cristianos de todas las etnias, sexos y niveles sociales sentían pasión por extender el reino de Cristo. Según el teólogo Michael Greene, estaban decididos a “actuar como una embajada de Cristo ante un mundo rebelde, fueran cuales fueran las consecuencias”.[4]
La historia antigua y el Nuevo Testamento nos cuentan que el evangelio se extendió como un reguero de pólvora a lo largo de las rutas comerciales, en lugares públicos y de casa en casa o de oikos en oikos. El significado básico de la palabra griega oikos es una casa, pero en el siglo I, un oikos era también la unidad social y económica básica de la sociedad grecorromana. Una casa no solo era el lugar donde vivía un núcleo familiar, sino también un ámbito laboral: la pequeña empresa de la época, que incluía a miembros de la familia, trabajadores contratados y sirvientes domésticos.[5]
A través de conversaciones informales dentro y entre miembros del oikos, hombres y mujeres trabajadores compartían el evangelio con amigos, parientes, compañeros de trabajo, proveedores, clientes, maestros y soldados, su red de relaciones en el lugar de trabajo. No eran predicadores o misioneros profesionales, sino evangelistas informales.
Ya en Hechos 8 encontramos que no son los apóstoles, sino los misioneros “aficionados”, los hombres desalojados de Jerusalén como consecuencia de la persecución que siguió al martirio de Esteban, quienes llevaron el evangelio consigo dondequiera que iban. [. . .] No debió de tratarse de una predicación formal, sino de charlas informales con amigos y conocidos fortuitos, en casas y bodegas, durante los paseos y en torno a los puestos del mercado. Iban a todas partes cotilleando el evangelio; lo hacían con la naturalidad, el entusiasmo y la convicción de quienes no cobran por decir ese tipo de cosas.[6]
Además de los relatos de Hechos que revelan cómo se propagó el evangelio, la iglesia de Colosas ofrece un ejemplo de cómo la gente llevaba consigo las buenas nuevas por las antiguas rutas comerciales hacia el interior de Asia Menor (la actual Turquía). Por lo que sabemos, Pablo y otros apóstoles nunca visitaron Colosas personalmente. El evangelio probablemente fue llevado allí por hombres de negocios, como Epafras, que viajó a Éfeso por negocios, fue discipulado por Pablo y llevó las buenas nuevas a su casa en Colosas.
Pablo también enfatizó la importancia y la bondad del trabajo en Colosenses y 1 Tesalonicenses. El trabajo no es solo una necesidad; es un llamado que forma la columna vertebral de la sociedad local. El trabajador es honrado y reconocido por su trabajo, lo que le proporciona una plataforma creíble para compartir el mensaje del evangelio.
Además, el valor del trabajo se destaca en toda la Biblia. Desde el Jardín del Edén hasta la construcción del tabernáculo y el templo, personas con habilidades eran buscadas y empleadas. Nehemías empleó a todos en la reconstrucción del muro que rodeaba Jerusalén. José, Daniel y Ester fueron laicos que marcaron la diferencia en su contexto secular.
El ámbito laboral era el lugar más estratégico para la evangelización de la iglesia primitiva, y creemos que este es el caso hoy también. Por esta razón, es fundamental que cambiemos nuestra forma de pensar sobre la evangelización —con respecto a los mensajeros y el método— para cumplir con la Gran Comisión hoy.
Nota del editor: Este artículo forma parte de nuestra serie Evangelización en el Trabajo. En la Parte 2, discutiremos el “cómo”: ¿Cómo pueden los cristianos que no tienen el don de la evangelización llevar el evangelio a su lugar de trabajo?
Endnotes
- La investigación de Barna indica que solo el uno por ciento de los cristianos dice que tiene el don de la evangelización. ‘Survey Describes the Spiritual Gifts That Christians Say They Have,’ The Barna Group, February 9, 2009, https://www.barna.org/barna-update/faith spirituality/211-survey-describes-the-spiritual-gifts-that-christians-say-they-have.
- Rodney Stark, The Rise of Christianity: A Sociologist Reconsiders History, (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1996), 6.
- Hechos 2:14–41, 6:7–10, 11:4–18, 13:13–49, 17:11–12.
- Michael Greene, Evangelism in the Early Church, (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Co., 2003), 23.
- Un oikos de cualquier tamaño también tenía un oikonomos o administrador cuyo trabajo era la oikonomia o la administración del hogar, de donde obtenemos nuestra palabra “economía” en español.
- Greene, 243.