Informe regional sobre Latinoamérica

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A medida que se aproxima nuestro quincuagésimo aniversario, nos preparamos para el IV Congreso de Lausana, que se celebrará en septiembre de 2024 en Corea del Sur. Creemos que este encuentro marcará un nuevo hito, pero no será solo un evento. Será la culminación de los años de trabajo que hemos dedicado a nuestras naciones y regiones. Por fin estaremos juntos, y esperamos con gran expectativa a que llegue el día. Será también la continuación de un proceso de ampliar la colaboración para lograr la evangelización del mundo, teniendo como horizonte el año 2050. En el Congreso, habrá celebración, análisis, gratitud, evaluación y planificación para lo que vendrá.

En el caso de Latinoamérica, Lausana celebró su primer encuentro regional del 19 al 22 de septiembre de 2023 en la ciudad de Montevideo. Se inscribieron 191 personas (y otras 50 asistieron virtualmente). El 44 % de los asistentes fueron mujeres y el 56 % fueron hombres. Los concurrentes representaron a 18 países de la región y, además, participaron 14 personas de otros países. Todos participaban del ministerio y la mayoría de los presentes servían como ministros vocacionales (es decir, su sustento provenía de sus trabajos y profesiones; no de sus ministerios). Hubo 18 mesas con personas de diferentes edades, nacionalidades, etc. El encuentro fue un tiempo de reflexión bíblica sobre el libro de Hechos, de comunión, de gozo y de iniciativas de colaboración estratégica para hacer que el evangelio avance en el mundo.

A continuación se presentará un resumen los resultados de las mesas redondas. Cabe mencionar que el resumen es de las interacciones que tuvieron lugar en torno a las mesas. Los asistentes aportaron diversidad de experiencias, trasfondos y perspectivas e hicieron énfasis en distintas cosas. Nuestro encuentro fue de escucha y consulta. Las cuestiones sobre las que se habló seguirán resonando, llamándonos a la reflexión y —esperamos— a realizar acciones concretas que tendrán la forma, el sonido y el gusto de los distintos participantes. El proceso sigue abierto porque Dios sigue obrando. Más que un informe, este resumen es una invitación a reflexionar y actuar, en nuestros contextos más diversos.

Lagunas en la gran comisión

Como tarea de reflexión inicial para los grupos de trabajo, se planteó una cuestión que expuso algunas de las lagunas más importantes en el cumplimiento de la gran comisión. Entre las respuestas, destacaron las siguientes necesidades:

  • Discipulado y formación de un liderazgo saludable.
  • Unidad y cooperación entre iglesias e instituciones cristianas.
  • La formación de nuevas generaciones.
  • Una contextualización acertada del evangelio para los desafíos del mundo actual.
  • Expandir el papel que desempeña el Movimiento de Lausana para lograr estos objetivos.

La conversación nos recordó que es Dios el protagonista de esta gran comisión (no nosotros) y es él quien nos invita a participar de lo que él ya está haciendo en el mundo. Por tanto, debemos estar atentos y sensibles para escuchar la voz del Espíritu de Dios por medio de su Palabra. Asimismo, las lagunas planteadas son también oportunidades para que nos escuchemos y trabajemos juntos. Entre las lagunas, se mencionaron las siguientes oportunidades:

es Dios el protagonista de esta gran comisión (no nosotros) y es él quien nos invita a participar de lo que él ya está haciendo en el mundo

Definiciones más precisas de los términos relacionados con la gran comisión

Aún nos falta cierta claridad en nuestras lenguas regionales sobre lo que significa el llamado a la gran comisión. Es fundamental ofrecer, con la ayuda de herramientas bíblicas y teológicas, definiciones más precisas del significado de términos como «misión» y «misionero», de tal manera que esclarezcan tanto el papel local como global que desempeña la misión. De esta forma, la iglesia de Cristo podría ser más consciente y movilizarse más.

Un discipulado relacional centrado en Cristo

Aún hoy en día, son escasas las relaciones efectivas y profundas entre cristianos que los llevan a servirse de forma efectiva unos a otros. Por tanto, para que la comunidad cristiana participe de la gran comisión, primero es necesario fomentar en las iglesias una cultura de discipulado serio, profundo e intencional que prepare a la gente para seguir el ejemplo de Jesús y encontrar su identidad y propósito en él.

Enfocarnos en la formación de líderes saludables

Si comprendemos que la gran comisión se lleva a cabo por medio de la iglesia de Cristo, es fundamental que examinemos más de cerca cómo están capacitándose y formándose los líderes. Se identificaron varias lagunas en la formación de líderes: la disminución en el número de cristianos dispuestos a capacitarse para ser líderes y afrontar los nuevos desafíos; la profesionalización de los roles en la iglesia; la polarización del estudio teológico y misionero que da lugar a una comprensión limitada o errónea de la labor misionera (por ej., que la evangelización se vea solamente como un evento o las misiones como una tarea solo para especialistas y que la inversión en las misiones sea escasa). Es necesario que las iglesias se unan y cooperen para mejorar el proceso de formación de líderes.

Unidad y cooperación entre iglesias e instituciones cristianas

Alcanzar el estándar bíblico de la unidad cristiana sigue siendo un desafío importante para el cumplimiento de la gran comisión. La falta de diálogo y cooperación puede dar lugar a la competencia y a una duplicación de esfuerzos. Es necesario que cultivemos una comprensión comunitaria de la fe a través del amor y del diálogo. Por un lado, se identificaron algunas acciones oportunas para trabajar en la unidad y la cooperación, tales como producir materiales que muestren cómo prestarnos ayuda mutuamente en la gran comisión y, de esta forma, fortalecer la formación de redes en Latinoamérica y promover alianzas estratégicas entre las iglesias locales, las agencias misioneras y otras instituciones cristianas. Por el otro lado, se pusieron de relieve las áreas de las que se consideró que más se tensionan a la hora de alcanzar la unidad:

  • Unidad que comienza en las familias: La deconstrucción familiar también afecta a las familias cristianas, por lo que es necesario inculcar amor por Dios y sus principios desde el hogar. Así, las familias pasan a ser la base para la evangelización.
  • Salud mental: Debemos trabajar en la unidad que apunta al bienestar general, no solo como diagnóstico de enfermedades mentales, sino en todos los niveles. Debemos cuidar el corazón del creyente.
  • Recursos económicos: Por medio de la unidad, podemos garantizar recursos económicos para sustentar las misiones y rendir cuentas con transparencia. Por ejemplo, está sobre la mesa la oportunidad para lograr una mayor unidad entre las Américas. Aunque Norteamérica tiene recursos económicos, a veces tiene pocos candidatos, mientras que Sudamérica cuenta con los candidatos pero no con los recursos económicos suficientes para sustentarlos.

Trabajar con nuevas generaciones

Existe una brecha generacional que exige un mayor diálogo entre las generaciones. Por lo tanto, es esencial darles más oportunidades a los jóvenes y acompañarlos en su madurez para que puedan asumir sus responsabilidades en el cumplimiento de la gran comisión. No obstante, es necesario que esto se haga siempre considerando las fortalezas y las debilidades de la generación. Se deben tener en cuenta ciertas características generacionales. Por ejemplo, las nuevas generaciones se vinculan más con causas que con organizaciones. Del mismo modo, también debemos centrarnos en los niños y sus necesidades específicas.

Una contextualización bíblica adecuada para los desafíos del mundo actual

Contextualizar el evangelio para cada cultura es una tarea primordial para el cumplimiento de la gran comisión. Una buena contextualización produce métodos adecuados para la evangelización. Se pusieron de relieve algunos de los desafíos para lograr una contextualización bíblica en el mundo actual:

  • Las marcas del pecado en nuestra sociedad, como el individualismo, el egoísmo, la corrupción y el materialismo. 
  • El divorcio entre la fe y la realidad, que separa lo sagrado de lo secular.
  • La falta de valentía entre los cristianos para expresar opiniones contraculturales.
  • Falta de comprensión de los lenguajes de los subgrupos sociales.
  • La dificultad de forjar una cosmovisión bíblica que equilibre la fe y la política. Faltan formas bíblicas de llevar el evangelio a lugares aislados por el totalitarismo. En lugar de proclamar el evangelio, instauramos una agenda moralista.
  • La teología del trabajo: ¿Cómo integramos nuestra fe con nuestra profesión? ¿Tienen los profesionales una misión? ¿Cómo logra alguien profesional o académico cumplir con la gran comisión?
  • El uso de herramientas tecnológicas: Falta creatividad para usar todas las herramientas y los dones que Dios nos ha dado, así como conocimiento sobre la ética respecto al uso de la tecnología y comprensión de las consecuencias que puede tener en la salud mental de las personas.

Justicia medioambiental/cuidado de la creación

Es fundamental que comprendamos el papel que desempeñamos en el cuidado de la naturaleza. Debemos releer Génesis con la perspectiva del cuidado de la creación y reflexionar sobre cómo podemos aplicarlo en el tiempo en que vivimos.

Los desafíos de la traducción bíblica

Sigue faltando concientización de la necesidad de traducciones de la Biblia para los pueblos que no cuentan con la palabra en sus idiomas. Es necesario ver la urgencia de alcanzar con el evangelio a estos pueblos menos accesibles. Hoy en día existe mucha tecnología para lograr esta tarea.

Observación de la realidad de los migrantes

Debemos estar preparados para observar la problemática de las comunidades de migrantes y refugiados en nuestros países y entender qué hacer para que la iglesia sea capaz de dar curso a iniciativas orgánicas de recepción y evangelización.

Expansión del papel que desempeña Lausana entre las iglesias locales

Las iglesias locales deben estar equipadas con información para que puedan entender qué está sucediendo en sus comunidades y en el mundo y saber, además, cómo pueden participar. Lausana tiene un gran potencial para dialogar con las iglesias locales y apoyarlas en el cumplimiento de la gran comisión. Para ello, es necesario que compartamos más en iglesias locales y en seminarios sobre lo que se está trabajando en espacios como Lausana. También debemos conectar con líderes para concientizarlos sobre lo que declaran los documentos de Lausana.

Oportunidades para la gran comisión

Como segundo desafío de reflexión para los grupos de trabajo, para responder a la cuestión planteada, los grupos debieron identificar qué innovaciones o desafíos prometedores ven que puedan acelerar el cumplimiento de la gran comisión. Entre las respuestas, se destacaron las siguientes oportunidades categóricas:

  • Uso de la tecnología y las artes
  • Mayor colaboración, mayor cantidad de alianzas y fortalecimiento de las instituciones de educación teológica
  • Mayor participación de las generaciones más jóvenes
  • El discipulado como eje de la gran comisión

El uso de la tecnología en la gran comisión

En esencia, es imprescindible que destinemos a especialistas para la exploración temprana de nuevas tecnologías y tendencias y, además, que seamos proactivos para anticipar cómo podrían esas nuevas tecnologías aplicarse a la obra de la evangelización y la misión cristiana.

  • El avance de la educación virtual puede contribuir a ampliar la formación de pastores y misioneros.
  • La tecnología puede utilizarse de forma adecuada, sin demonizar las redes, sino siendo parte de ellas con contenido que ofrezca la verdad.
  • Latinoamérica puede funcionar muy bien como campo misionero local donde se hablan distintos idiomas y dialectos.
  • El impacto de la disponibilidad de la Biblia en distintas plataformas tecnológicas (oral, visual, etc.).
  • A través de la tecnología, quienes no tienen acceso directo a iglesias o cristianos o viven en lugares donde la iglesia es perseguida pueden hallar una oportunidad para formar parte de comunidades virtuales.
  • Existen ministerios digitales (que difieren de la tecnología como catalizadora para ministerios cara a cara) donde streamers o influencers cristianos hacen estudios bíblicos. Utilizan la infraestructura de las nuevas tecnologías para cumplir con la gran comisión.

Las artes como herramienta para cumplir con la gran comisión

Las artes creativas (por ej., las artes visuales, dramáticas, etc.) pueden utilizarse para que se proclame, se estudie y se reflexione acerca de la palabra. Pueden aprovecharse las expresiones del arte, tales como el cine, el teatro y la música, para conectar con las diversas realidades de la sociedad actual y dar a conocer el evangelio en cada una de esos ámbitos. El desafío consiste en redimir el arte, discerniendo sus expresiones de muerte y vida. 

Colaboración ministerial y alianzas en la gran comisión

Hacemos un llamado a intensificar la oración debido al momento de colaboración mundial que estamos atravesando. Es necesario que comience una nueva era de colaboración entre movimientos y agencias a fin de alcanzar a los grupos étnicos no alcanzados. Esta colaboración se amplía para incluir organizaciones gubernamentales, fundaciones, etc. con intereses comunes. Otros aspectos:

  • Movimientos de movilización nacional (p. ej., iglesias, recursos, personas, agencias) por medio de alianzas.
  • La urbanización da lugar a una colaboración estratégica entre organizaciones locales e iglesias.
  • La nueva perspectiva de la conexión de redes, basada en la unidad entre el trabajo pastoral y los múltiples accionistas.

Fortalecer las instituciones teológicas para cumplir con la gran comisión

Es necesario y clave lograr que la misionología ocupe un lugar central en los planes de estudio de los seminarios teológicos.

  • Con la estandarización de plataformas de estudio virtual o remoto, se puede acceder más fácilmente a una educación teológica, misionera y de liderazgo que impacte en las comunidades a un costo mínimo. Esto permitirá que proliferen los seminarios y los institutos bíblicos que empoderan a los misioneros en sus centros de trabajo.
  • Por medio del desarrollo de aplicaciones (apps) con el uso de la IA para la educación teológica, se facilita que, quienes hoy en día no tienen acceso directo a materiales, bibliografías, comentarios bíblicos y herramientas ministeriales puedan tener un acceso fácil a estas cosas.

La participación de las nuevas generaciones en la gran comisión

Consideremos que la nueva generación es más colaborativa. Por tanto, debemos ser sumamente intencionales para que el equipo de trabajo se desarrolle y especialice a la hora de influir en las nuevas generaciones para que utilicen los avances de la tecnología a fin de hacer avanzar el evangelio.

  • Conexiones de redes entre estudiantes cristianos con mentalidad misionera
  • Empresas emergentes cristianas para llevar el evangelio
  • Replantearnos intencionalmente la misión en el campo de trabajo de la generación más joven.

El discipulado como el eje de la gran comisión

Planes de discipulado acordes al contexto sociocultural, que confíen en los niños, los adolescentes y los jóvenes para que asuman las responsabilidades del ministerio cristiano y cumplan con la gran comisión.

  • Movimientos de discipulado (responsabilidad personal, compromiso con la misión,  mutualidad, cooperación/apoyo).
  • Trabajar en el concepto del discipulado orgánico contemporáneo, aprovechando todos los medios tecnológicos que podamos utilizar (niños, padres, iglesia, profesionales, etc.).

Escucha misionera para cumplir con la gran comisión

Es necesario que abramos espacios de intercambio para escuchar las necesidades de la sociedad y, de esta manera, presentar/comunicar el evangelio. Esto requiere un proceso de escucha activa de la iglesia, el liderazgo y las nuevas generaciones. No debemos tener miedo de innovar ni de establecer relaciones o diálogos interinstitucionales e intereclesiales, considerando la tensión que existe entre las posiciones teológicas polarizadoras que se centran solo en la proclamación o solo en la acción social.

Cuestiones preocupantes respecto a las misiones

Entre las respuestas de las mesas de trabajo, se identificaron varias cuestiones preocupantes sobre las misiones en Latinoamérica. A continuación presentaremos un resumen de las respuestas dadas en la discusión sobre los asuntos misioneros preocupantes en la actualidad.

Primera preocupación: el papel que desempeña la iglesia en la misión de Dios

La iglesia aún no comprende cuál es su verdadero papel o la esencia de su vida en el mundo. A continuación se presentan varias áreas a las que las mesas de trabajo identificaron como áreas en las que aún existen interrogantes sobre el papel que desempeña la iglesia.

  • La relevancia de la iglesia: Cómo conecta la iglesia con la realidad del ser humano actual: la crisis climática que cada vez es mayor y más grave, las guerras, el materialismo, los cambios tecnológicos y culturales, la realidad pospandémica (soledad, suicidio, etc.).  
  • La limitada agenda de las iglesias locales: Algunas iglesias solo se preocupan por «ganar almas» puertas adentro y no puertas afuera. También existe una tendencia contraria y negativa: iglesias que se esfuerzan por lograr una agenda sociopolítica sin centrarse en Cristo ni en el evangelio. Es necesario que nos enfoquemos intencionalmente en trabajar para desarrollar un carácter maduro en la iglesia, con fundamentos bíblicos.
  • Polarización: Vemos que la sociedad está separada y es agresiva. En ese contexto, la iglesia no dialoga, sino que ignora los problemas de la actualidad. Incluso dentro de la iglesia se ha perdido el sentido de unidad.
  • La unidad de la iglesia como una fuerza misionera: El movimiento misionero de Latinoamérica merece ser destacado. A pesar de los inmensos desafíos políticos y económicos de la región, se siguen enviando misioneros. Según Comibam, hay alrededor de 33 000 misioneros de campo sirviendo en 200 naciones distintas. Esta fuente afirma que la tasa de envío de misioneros se ha mantenido constante y que las bajas son decepcionantes. Al mismo tiempo, quedan muchos retos por delante. Necesitamos más colaboración por parte de las iglesias como movimiento, evitando, a la vez, caer en el institucionalismo o ser ingenuos al administrar el poder o al considerar los intereses personales o internacionales.
  • Falta de formación bíblica y misionera: La formación cultural y lingüística de los cristianos y los misioneros puede mejorar mucho a fin de impactar en la cultura: con la Biblia como autoridad de la iglesia, se puede crear discípulos que sepan cómo presentar respuestas responsables a las Escrituras.

Segunda preocupación: la pobreza y la injusticia social en el mundo

Esta preocupación, al igual la primera, pone de relieve el papel especial que desempeña la iglesia al comprometerse con la pobreza y las injusticias sociales dentro de Latinoamérica. Si bien esta es una preocupación multidimensional, a continuación se presentan varias áreas en las que es necesario que la iglesia muestre un mayor compromiso. Las mesas de trabajo identificaron varias áreas en las que persisten interrogantes sobre la función de la iglesia y el número excesivamente pequeño de misioneros comprometidos con esas partes del mundo. Estas áreas incluyen: la pobreza, la urbanización, la violencia, el tráfico de drogas, la corrupción, los problemas migratorios, las injusticias sociales, las comunidades minoritarias, las empresas y el trabajo.

Tercera preocupación: no estamos enfocándonos en las nuevas generaciones ni trabajando intencionadamente en ellas

En las mesas de trabajo también se mencionó cierta preocupación por la falta de trabajo intencionado en las nuevas generaciones. Se observa que falta comunicación para integrar y evangelizar a las nuevas generaciones. Estas realidades han causado, en parte, desafíos con el relevo generacional del liderazgo. Las nuevas generaciones no están muy preocupadas por asumir estos retos, ya que a menudo valoran el individualismo y están distanciadas de la iglesia. Por lo tanto, es necesario renovar las estrategias de reclutamiento y aumentar el diálogo intergeneracional, teniendo especial cuidado con el lenguaje utilizado en los mensajes dirigidos a las generaciones más jóvenes. 

Cuarta preocupación: falta de nuevas tecnologías en la misión

Por último, las mesas de trabajo pusieron de manifiesto en qué gran medida existe una carencia y una necesidad de nuevas tecnologías en la misión, que podrían utilizarse estratégicamente. Se puede observar cómo las generaciones más jóvenes (y la población en general) se ven influidas por los medios y las comunicaciones digitales, a los que la iglesia y la misión aún no aprovechan plenamente. Además, la iglesia pareciera estar desvinculada del movimiento más amplio de la tecnología, que ha generado numerosos retos para la sociedad y, simultáneamente, abierto nuevas fronteras de cultura, incluido el desarrollo de la inteligencia artificial. El uso de la tecnología es una parte necesaria de la misión en la actualidad y la iglesia tiene que trabajar con diligencia para comprender estas herramientas y aprovecharlas para la misión.

El mensaje de Latinoamérica para la iglesia mundial

Para concluir, pedimos a los participantes que pensaran qué contribuciones latinoamericanas añaden valor a la misión global y, al mismo tiempo, mantienen nuestros propios colores, nuestro tono latinoamericano. Con el fin de dar forma un aporte coherente, hemos escogido algunas propuestas que han destacado en varios grupos.

En primer lugar, le demostramos a la iglesia mundial que es posible ser misioneros desde el sufrimiento y las dificultades. Esta es una realidad que atraviesa el continente. Se nos ha mandado a enarbolar el llamado del Señor Jesús a servir desde donde sea que estemos, aportando a la misión este rostro que puede integrarse a ese mundo que necesita recibir el evangelio.

En segundo lugar, le recordamos a la iglesia mundial que es necesario seguir poniendo en práctica la misión en su planitud. En Lausana 1974 hubo un llamado profético. Esa voz ha ido tomando dimensión a lo largo de las décadas. En este tiempo de dificultad, deseamos una vez más hacer oír esa voz. No debemos olvidarnos de ser coherentes con el evangelio del reino de Dios y su justicia. En aquel entonces, la misión integral se oyó fuerte y claro, y ese no ha dejado de ser el caso a lo largo de estos años. Sin embargo, en este tiempo es necesario reconocer que el término «misión integral» se ha convertido en una especie de palabra de moda y que se ha utilizado para referirse a muchas cosas, hasta el punto de casi perder su significado. Tanto así que, muchas veces, hemos visto que en lugar de unir, divide. Cada vez son más los líderes misioneros que nos proponen abordar «la integralidad de la misión». Entendemos que la misión de Dios es, entre otras cosas, total, integral, para la cercanía y la lejanía, espiritual y física. No hay compartimentos, separaciones ni divisiones.

Debemos ser portadores del mensaje de reconciliación, perdón y compasión, en nuestro interior y como expresión genuina del evangelio. Así podremos disfrutar de la multiforme gracia de Dios y enriquecernos con las aportaciones multiculturales

En tercer lugar, le recordamos a la iglesia mundial que debe ser una iglesia resiliente. La cualidad latinoamericana de la resiliencia ha marcado el camino de las comunidades de fe. A pesar de los totalitarismos políticos, los desastres naturales, las profundas crisis económicas y el sufrimiento pospandémico de la salud mental, el suicidio adolescente, etc., la iglesia sigue siendo resiliente y está llamada a ser una voz de esperanza para nuestros pueblos. Sabemos que otras regiones de la «aldea global» comparten esta realidad, y ratificamos que hemos recibido este llamado.

En cuarto lugar, le recordamos a la iglesia mundial que somos una fuerza misionera mundial y queremos seguir creciendo. Para que eso suceda, es necesario que hagamos alianzas para servir, mantener la creatividad, ver a profesionales contribuir a distintos campos, etc. Todo esto es crítico. Necesitamos romper el paradigma del último siglo para que las iglesias del norte puedan reconocernos como socios en la tarea misionera mundial. Tenemos fortalezas propias de nuestra cultura latino-caribeña. Por ejemplo, destaca nuestra habilidad para iniciar algo de manera creativa y con pocos recursos. Esta cualidad puede servir para plantar la semilla del evangelio en las regiones no alcanzadas.

En quinto lugar, abogamos porque la iglesia mundial vea el valor de la unidad en la diversidad. Debemos tender puentes de diálogo y cooperación entre iglesias/agencias misioneras/ONG. Debemos ser portadores del mensaje de reconciliación, perdón y compasión, en nuestro interior y como expresión genuina del evangelio. Así podremos disfrutar de la multiforme gracia de Dios y enriquecernos con las aportaciones multiculturales. Debemos promover una misión que atraviese las fronteras de norte a sur y de oriente a occidente. La misión de Dios nos motiva a ser agentes de unidad, a confrontar las concepciones etnocéntricas del mundo, de las fronteras cerradas, y a valorar cada aportación.

En sexto lugar, instamos a la iglesia mundial a que, como iglesias, sirvan como comunidades terapéuticas en un mundo herido, impotente y en crisis. Como seguidores y siervos del Dios de toda esperanza, debemos ser comunidades terapéuticas arraigadas en la esperanza: debemos hacer frente al sufrimiento, abrazar a los que no tienen hogar, los migrantes y los desplazados que recorren países y ciudades buscando un lugar donde vivir, los afligidos que se han sumido en el abuso de sustancias, en placeres y en modelos contrarios a la vida. Somos la vanguardia del reino.

En séptimo lugar, llamamos a la iglesia mundial a hacer que el discipulado sea relacional, a discipular a quienes están alrededor de la mesa. Esta es una cualidad que atraviesa el continente: desde el río Bravo, en México, hasta el extremo sur de Ushuaia, en Argentina. Somos personas que celebran la mesa, el diálogo, la bienvenida a casa, el partir el pan para compartirlo, la sobremesa, etc. Esa es nuestra impronta cultural y reconocemos que la compartimos con otras regiones del mundo. Por tanto, estamos llamados a replantearnos el discipulado, a dar un paso más allá del estilo de vida intelectual y conmovedor. Podemos aprovechar esta cualidad latinoamericana.

En síntesis, reconocemos que América Latina es una región con pluralidad de voces y perspectivas, que nos han dado una identidad cultural con la que aportamos a la misión global. El IV Congreso de Lausana es una oportunidad para que nuestra voz se una a las voces de los demás continentes, hasta que «todo el mundo haya oído el llamado al evangelio del reino de Dios y su justicia».

Conclusión 

Como se dijo anteriormente, este encuentro y tiempo de reflexión entre líderes latinoamericanos nos recordó que el protagonista de esta gran comisión es Dios (y no nosotros) y que es él quien nos invita a participar de lo que él ya está haciendo en el mundo. Por tanto, debemos estar atentos para escuchar la voz del Espíritu de Dios por medio de su palabra. Nos alegramos de que su misión siga desarrollándose y extendiéndose a pesar de las obstrucciones, los retrasos, los reveses, la ignorancia y la desobediencia. Estamos en misión con Dios; no hay nada mejor.

Biografía del autor

Daniel Bianchi

Daniel Bianchi es el director regional de Lausana para Latinoamérica. Daniel ha servido con la organización Operación Movilización, así como a bordo del barco Doulos en España, Alemania y Austria. Es pastor ordenado de la Convención Evangélica Bautista Argentina y, tras su ordenación, fue fundador y director de la Agencia Misionera Internacional de bautistas argentinos. Fue vicepresidente de Comibam y miembro de la Junta Directiva Internacional de Traductores Bíblicos Wycliffe. Es fundador y director de «Conexión Oriental», una organización que se dedica a conectar iglesias de América Latina con iglesias y líderes de Oriente Próximo y del Este de Asia. Daniel obtuvo su doctorado en Ministerio de la Facultade Teológica Sul Americana de Londrina, Brasil.

Analía Saracco

Analía Saracco es la codirectora regional de Lausana para Latinoamérica. Analía es también la directora de capellanía del Instituto Teológico FIET (Facultad Internacional de Educación Teológica) con sede en Argentina. Es miembro de Juntas en el Camino, un ministerio para mujeres abusadas. Es rectora del Instituto de Formación Superior (IFSFIET). Analía es licenciada en Relaciones Públicas por la Universidad Argentina de la Empresa y magister en Teología por el seminario South African Theological Seminary.

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