Los líderes cristianos afirman la importancia de la tecnología, pero a menudo no consideran que sea una brecha que merezca más investigación.
Si le pregunta al líder misionero medio cuál será la mayor influencia sobre la Gran Comisión en 2050, probablemente responda: “la tecnología”. Pero si le pregunta: “¿Qué deberían hacer los cristianos al respecto hoy?”, su respuesta puede ser: “Nada” o “No sé por dónde empezar”.
Estas son las conclusiones de dos piezas de investigación separadas de Lausana de los últimos tres años.
El verano pasado, en una sesión plenaria de un encuentro relacionado con Lausana 4 llamado L4NY, los líderes imaginaron juntos qué aspecto podría tener el evangelio en 2050. El investigador y profesor Matthew Niermann realizó un sondeo digital informal entre los asistentes, planteándoles dos preguntas. Entre 80 y 90 participantes enviaron sus respuestas por SMS, creando una nube de palabras en la pantalla.
En primer lugar, Niermann preguntó al público: “En una o dos palabras, ¿qué cree que dará forma al mundo en 2050? Ochenta y una personas respondieron con 48 palabras diferentes, entre ellas “política”, “ideología”, “pobreza” y “migración”. Pero había dos palabras que se destacaban claramente del resto: “cambio climático” y “tecnología”.
En una o dos palabras, ¿qué cree que dará forma al mundo en 2050?
El tema de la tecnología también apareció en las respuestas de otras personas: “redes sociales”, “transhumanismo”, “inteligencia artificial”, “era espacial” y “coches eléctricos”. Evidentemente, lo más prominente en la mente de los asistentes era la tecnología en alguna forma. Es casi seguro que dará forma al evangelio de 2050.
Después, Niermann formuló una segunda pregunta cuyas respuestas poblaron una nueva nube de palabras. Preguntó: “En una o dos palabras, ¿qué aspecto del mundo en 2050 cree que afectará más a la Gran Comisión?”. Esta vez participaron 93 personas.
Las palabras incluían algunos de los mismos temas que antes, pero también nuevas entradas como “colaboración”, “población”, “ubicación de los cristianos” y “compartir a Cristo”. La palabra “tecnología” aparece justo detrás de otras más destacadas como “oración”, “el Espíritu Santo” y “avivamiento”. Pero también aparecen otros términos relacionados con la tecnología: “desinformación”, “Internet”, “información”, “tecnología” y “medios de comunicación y tecnología”.
En una o dos palabras, ¿qué aspecto del mundo en 2050 cree que afectará más a la Gran Comisión?
Está claro que la influencia de la “tecnología” ocupa un lugar destacado en las mentes de los líderes. La consideran una influencia fundamental en las próximas tres décadas. De hecho, ya lo es. Entonces, ¿qué deben hacer los cristianos al respecto?
La tecnología, desaparecida
Tal vez debamos tomarnos estos resultados con cautela. Al fin y al cabo, se trata de una encuesta informal con una muestra pequeña y respuestas reflexivas. Excepto que L4NY no fue una anomalía. Otras investigaciones de Lausana han arrojado resultados similares. Solo que estos resultados revelan una aparente contradicción y sugieren una actitud más problemática hacia la tecnología.
A partir de 2020 y durante 10 meses, Lausana organizó 36 sesiones de escucha (informe completo en pdf). Formularon a líderes evangélicos de todo el mundo las mismas cinco preguntas. De ellas, tres pueden aportar más información y matices a la encuesta de Niermann en L4NY:
Pregunta nro. 1:
«¿Qué avances e innovaciones prometedoras ve que puedan acelerar el cumplimiento de la Gran Comisión?».
En consonancia con las respuestas de L4NY, el 80% de las sesiones de escucha mencionaron la tecnología (29 de 36). En numerosas sesiones de escucha surgieron temas en torno a «usar nuevas tecnologías y medios de comunicación para ministerios”. Está claro que los líderes evangélicos de todo el mundo creen que la tecnología desempeñará un papel destacado en la Gran Comisión.
Pregunta nro. 2:
“¿Cuáles son las brechas más significativas u oportunidades restantes para el cumplimiento de la Gran Comisión?”
En respuesta a esta segunda pregunta, comienza a surgir un resultado sorprendente: la prominencia de la tecnología comienza a disminuir de manera bastante dramática. Solo el 22 por ciento de las sesiones de escucha (8 de 36) mencionaron “las iglesias no usan tecnologías y medios de comunicación contemporáneos” como un problema. Por varias posibles razones, los líderes actuales no parecen ver la “tecnología” como una brecha o una oportunidad perdida para la Gran Comisión. Vamos a explorar más los motivos a continuación pero, primero, una pregunta más.
Pregunta nro. 3:
“¿Dónde se necesita más investigación?”
Con esta tercera pregunta, el tema de la tecnología desaparece por completo. En las sesiones de escucha, ninguno de los líderes sugirió que la tecnología necesita más investigación. Lo más cercano a la “tecnología” que recibe cualquier respuesta son comentarios sobre “la generación Z y las generaciones jóvenes” o posiblemente “contexto sociocultural del ministerio” pero, para todos los efectos y propósitos, la tecnología no aparece en ninguna parte.
En resumen, en todo el mundo, los líderes creen firmemente que la tecnología dará forma al mundo y al evangelio en las próximas tres décadas. También creen que la tecnología promete avances e innovaciones para la Gran Comisión. Pero estos mismos líderes no suelen ver la tecnología como una brecha, una oportunidad o un tema que merece más investigación.
¿Por qué ocurre esto?
¿Por qué los líderes pasan por alto la tecnología?
Los líderes tienen muchas cosas que compiten por su atención en un momento dado, incluidos artículos como este. Tienen muchas preocupaciones, ya sea la tiranía de lo urgente o su pasión por lograr la misión que tienen frente a ellos. Pero la tecnología está indudablemente involucrada en muchas de estas preocupaciones. Así que, cuando aparece en algunas áreas y no en otras, vale la pena entender mejor por qué.
Para ayudar a explicar la discrepancia, veamos cuatro posibles razones por las que los líderes con mentalidad de futuro podrían estar pasando por alto la tecnología.
1. Están centrados en usar la tecnología.
Para algunos líderes, la tecnología es solo un hecho de la vida. Es difícil imaginar cualquier otra manera de hacer el ministerio. La tecnología se ejecuta en segundo plano y, a menudo, pasa desapercibida. Si bien la revolución digital ha puesto en primer plano el impacto de la tecnología más que en las generaciones pasadas, los líderes pueden creer que su uso es una parte inevitable de su estrategia de ministerio. Para ellos, la pregunta no es si deben usarlo, sino simplemente cómo. Con este tipo de actitud dando forma a su perspectiva, la tecnología que utilizan enmarca las opciones a las que prestan atención y hace que pasen por alto enfoques que podrían no encajar en ese marco.
2. Están centrados en redimir la tecnología.
Dada la creciente atención que se presta a la tecnología hoy en día, muchos líderes están considerando la tecnología de forma más intencionada. Siguen queriendo usarla, pero quieren usarla bien. Han visto cómo personas y empresas han abusado de la tecnología para vigilar a la gente, manipularla y abusar de su dignidad humana. Como líderes ministeriales, quieren utilizar la tecnología de otra manera.
Para ellos, la tecnología es algo que puede ser usada para bien o para mal y, en su opinión, la Gran Comisión es algo más que una buena causa. Le da a la tecnología un propósito verdaderamente digno. Esta perspectiva significa que cualquier tecnología que pueda servir a la Gran Comisión debe ser utilizada. Desafortunadamente, esta perspectiva también puede fallar a la hora de anticipar las consecuencias no deseadas de la tecnología. Utilizan la tecnología para el bien, pero no ven cómo la tecnología en sí misma podría remodelar su organización o las personas a las que están llegando con ella. Por esta razón, los fines redentores no justifican necesariamente los medios tecnológicos.
3. Están más centrados en los resultados de la tecnología que en sus consecuencias.
Muchos usuarios de tecnología se centran en los resultados que pueden obtener sin reparar en las consecuencias más amplias que puede tener una tecnología. Ciertamente, los líderes pueden ser usuarios expertos de las nuevas tecnologías. Pueden ser capaces de explicar cómo funciona el sistema y utilizarlo hábilmente para alcanzar sus objetivos. Pero centrarse en los resultados a corto plazo puede hacer que pasen por alto las consecuencias a largo plazo.
Lutero y Gutenberg seguramente no previeron cómo la imprenta redistribuiría el conocimiento y el poder, debilitando la influencia de la iglesia católica y dando paso al Renacimiento y, más tarde, a la Ilustración. Pero estos son los tipos de efectos a largo plazo que posiblemente sean más significativos que los objetivos a corto plazo que tenían al utilizar la tecnología. De la misma manera, si los líderes de hoy piensan en la Gran Comisión en 2050, necesitan pensar tanto en las consecuencias de la tecnología como en sus resultados.
4. Están centrados en impulsar la Gran Comisión más que en comprender la tecnología.
Puede que algunos líderes simplemente quieran centrarse en el trabajo espiritual de impulsar el evangelio, y no quedar atascados en los métodos técnicos. Ven la tecnología como una distracción de la Gran Comisión, o simplemente como un medio necesario para un fin. Respondieron a la encuesta de Niermann en L4NY con palabras como “oración”, “avivamiento” y “el Espíritu Santo”. Para estos líderes, cuando se trata de la tecnología, su actitud es: “¿Qué tiene que ver Jerusalén con Silicon Valley?”.
Nadie argumentará que debemos centrarnos en la tecnología por encima del avance del evangelio, la oración o escuchar al Espíritu Santo. Pero la tecnología puede ser tan influyente como el dinero, si no más, y con tanta frecuencia como Jesús enseñó sobre el dinero, ¿cuánto más deberíamos prestar atención a cómo abrazamos la tecnología? Merece nuestro discernimiento lúcido, tanto por sus resultados como por sus consecuencias. Solo por eso, los líderes cristianos deben tener en cuenta cómo la tecnología influye en sus ministerios y cómo influirá en el evangelio en las próximas tres décadas.
La tecnología requiere sabiduría
Los sistemas técnicos no son intrínsecamente malos o erróneos, pero plantean riesgos inherentes. Ya vemos cómo surge el “pensamiento sistémico” al principio de la Biblia, y cómo los líderes de Dios gestionaron esos riesgos. Cuando Moisés se siente abrumado con la administración de la Ley, comienza a desarrollar un sistema de jueces. Establece un sistema judicial para gestionar los casos, impartir justicia y ayudar al pueblo de Dios a vivir en shalom unos con otros. Siguiendo el consejo de su suegro Jetro, Moisés selecciona a “hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas”. Sin ellos, el sistema nunca habría podido alcanzar ese shalom.
En el Nuevo Testamento, cuando los apóstoles empiezan a administrar un programa de alimentos para atender a las viudas de Jerusalén, pronto descubren que están haciendo un mal trabajo. Los creyentes de habla griega comienzan a quejarse, diciendo que “sus viudas eran desatendidas”. En respuesta, los apóstoles, creyéndose llamados a enseñar la palabra de Dios, eligen a siete líderes “de buena reputación” y “llenos de Espíritu y de sabiduría”.
Para los líderes actuales, “enseñar la palabra de Dios” ya no se distingue de este tipo de pensamiento sistémico. En muchos sentidos, la Gran Comisión se ha vuelto sistematizado. Y, con ello, surge el mismo riesgo inherente que plantea cualquier sistema. Solo por esa razón, los ministerios cristianos necesitan el mismo tipo de líderes que Moisés y los apóstoles fueron a buscar: capaces, honestos, temerosos de Dios, de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría.
Los líderes cristianos de hoy deben abrazar la advertencia de Jesús de ser prudentes como serpientes en lo que se refiere a la tecnología. No puede ser simplemente usada, redimida, redirigida hacia un servicio sagrado o ignorada por completo. Por el contrario, debe ser considerada como una brecha, una oportunidad y un tema que merece más investigación.
Entonces, ¿cómo pueden los líderes perseguir este tipo de sabiduría?
- Haga buenas preguntas. Quizá la pregunta más importante que pueden hacerse los líderes no es “¿Qué puedo hacer con la tecnología?”, sino “¿Qué me está haciendo esta tecnología a mí, a mi organización y a las personas que servimos?». Esta pregunta da la vuelta al enfoque, dirigiendo nuestra mirada hacia las relaciones que la tecnología afecta en lugar de hacia los resultados que consigue.
- Aprenda del pasado. Los líderes necesitan mirar hacia atrás y ver cómo la tecnología ha dado forma a iglesias, ministerios, instituciones y sociedades en el pasado. La transformación digital actual no carece de precedentes. La mayor parte de ella ha ocurrido antes a menor escala. Volvamos atrás y veamos cómo la escritura se convirtió en una forma de olvidar más que de recibir para la memoria. Piense en cómo la imprenta condujo a la Reforma, el Renacimiento y la Ilustración. Explore por qué las armas surgieron y luego desaparecieron en el Japón del siglo XVII.
- Lea buenos libros. La buena noticia es que cada vez hay más cristianos que estudian la tecnología y escriben sobre ella. Profesores como John Dyer, Douglas Estes, Felicia Wu Song y Darrell Bock han publicado profundos análisis de la tecnología. Escritores como John Dyer, Douglas Estes, Felicia Wu Song y Darrell Bock han publicado sabios libros sobre tecnología en los últimos años. Mientras tanto, Michael Sacasas escribe regularmente en línea y tiene un próximo libro que sin duda valdrá la pena el tiempo de cada líder cristiano.
- Escuche buenos podcasts. Si los podcasts cristianos se adaptan mejor a su ritmo, eche un vistazo a mi podcast Device & Virtue, así como Breaking the Digital Spell, Winning Slowly, The FaithTech Podcast y más. Hacen más que explicar cómo aprovechar la tecnología para el ministerio. Exploran cómo la tecnología está dando forma a los cristianos y a la iglesia.
Impulsar la Gran Comisión es más que difundir un mensaje. Se trata de difundir una forma de vida. Muchas de las tecnologías de comunicación actuales impulsan el mensaje del Evangelio, pero inhiben relaciones sanas esenciales para producir vidas ricas y comunidades florecientes. El evangelio difunde un modo de vida que da vida y construye relaciones. No se trata solo de creer las verdades del evangelio, sino también de saborear la vida abundante que Jesús promete. Esa vida abundante lo es gracias a las relaciones.
Los líderes cristianos están imaginando el evangelio en 2050. Esta perspectiva a largo plazo es el tipo de sabiduría que necesita la iglesia. También es esencial para discernir las verdaderas consecuencias de la tecnología. Sin esta sabiduría, los ministerios desplegarán la tecnología, pero pueden fracasar a la hora de plantar el tipo de vida abundante que Dios desea para su pueblo. La tecnología puede producir tablas y gráficos de lo que está sucediendo hoy, pero para ver el evangelio en 2050 se requieren líderes que busquen más de lo que la tecnología puede revelar.
Una vez que los líderes empiecen a ver cómo la tecnología está dando forma a la iglesia, empezarán a exigir que la tecnología dé cuenta de sí misma. Empezarán a verla como una brecha, una oportunidad y un tema que merece más investigación. Y tanto si administran justicia como si distribuyen alimentos o difunden el evangelio, los líderes conocedores de la tecnología empezarán a ver cómo criar comunidades sanas en las que la fe, la esperanza y el amor puedan echar raíces y florecer.
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